Te deseo suerte, porque la vas a necesitar para
encontrar donde está la causa que hace de tu vida un lamento. Suerte para
tropezarte con la persona que abra la caja fuerte de tus sentimientos. Esos que
se esconden de tu consciencia y ni tu sabes que están impidiéndote disfrutar de
las pequeñas cosas que crean la vida, cosas que por pequeñas están lejos de ser
insignificantes. Y es que una ocasional y simple frase se hace grande para el
que la recibe, y a veces, es tal el tamaño que adopta que nos presiona por
dentro de tal manera que necesitamos llorar para dejar hueco.
No me consideres una ingenua por decirte que dejes
a un lado la tristeza, en todo caso superviviente, ni alguien que no sabe de la
vida, por aconsejarte que te conozcas a ti misma. Porque el error y la culpa no
tienen dueño, ni tu ni yo podemos ser esclavos de nuestros pensamientos, por
eso te recomiendo que luches contra ti misma ya que ahora te estás atacando. El
primero que difunda sus sentimientos, lo que lleva dentro y teme, ese logrará
antes el consuelo. La paz con la que dormirá esa noche se verá intranquila como
ante cualquier nuevo proyecto. Pues en la vida todos tenemos un cierto temor a
desnudarnos. Por la mañana sentirás que el descanso fue distinto y que has
hecho lo correcto. El día que nacemos es el que aprendemos a como vivir y no
aquel en el que echaste tu primer grito llorando.
No conoce de
la vida el que mas años transporta a sus espaldas. Para mi es mas sabio el que
aprende a ser feliz en la desdicha, el que sabe como torear la soledad, dejando
lo mejor de si mismo para esos momentos en los que estás tú contra tus propias
batallas. Y es que como ya dije en otro artículo “el peor enemigo eres tu
mismo.”
En la lágrima que vi caer de tus ojos, leí que
estabas luchando contra esos pensamientos que te dicen lo insignificante que
eres para los demás. No los escuches. A veces tienen mas razón los que nos ven
y se preocupan por nosotros y nos muestran que la realidad que vemos y sentimos
no es la real.
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