Encontrar el sentido a la vida es la preocupación
de muchos. Tenemos constantes luchas internas, nos recluimos en cárceles
creadas por nuestras mentes porque todos y todo va en contra de la lógica. Solo
descansamos en el intento de conocer nuestro destino cuando compartimos tiempo
con familia y amigos. Personas que tropiezan en la misma búsqueda.
Un día nos despertamos contentos ardiéndonos el
combustible de la esperanza, desde ese instante entendemos que en ella, en las
ilusiones y en los sueños, en esos momentos que marcan nuestra vida y que
recordamos con sonrisas está la esencia de la existencia.
Este descubrimiento no es exclusivo de los budistas
pero, a veces, las batallas que lidiamos nos impiden alcanzarlo antes de sufrir
el desconsuelo por el que la vida nos arrastra.
La incertidumbre es la que nos mata. No el conocer
o no conocer sin intuir. Esto, aun sin ser inofensivo, se termina aceptando,
pues si tienes la certeza ya sabes la respuesta.
A veces queremos estar solos y eso es lo que nos
salva. Mientras no nos entendamos, el silencio ayuda a escucharnos. Así,
después de conocernos a nosotros mismos conoceremos también a nuestros
semejantes que, por muy distintos que seamos, todos luchamos contra el mismo
destino.
Buscamos respuestas, buenas respuestas que nos
favorezcan. Buscamos la eterna salvación que nos proteja del dolor al que tanto
tememos. Y no hay mayor dolor que el temor a sufrirlo.
Queremos saberlo todo ya con la mayor antelación posible jejejeje 😉
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