Y me pregunto yo retóricamente quién es mas poderoso
en el mundo, los hombres impregnándolo de males o Dios que intenta proclamar el
bien durante tantos siglos y todavía no parece haberlo conseguido. El por qué
de tanto poder a algunos para destruir y apagar la esperanza que habita en
otros por lograr alcanzar un mundo, donde todos reconozcamos que estamos hechos
de la misma materia. Debemos aprender que lo perecedero no son los sentimientos
ni esas sensaciones que se enquistan en nuestras mentes, evitando que alcancemos
la paz interior que tanto anhelamos.
Descubrir que hay personas tan incongruentes con el
mensaje de Cristo, me despierta un profundo miedo y desconfianza en esta
sociedad. Es cierto que todos tenemos una vela encendida en el mal y otra en el
bien. Pero si la primera tiene mas luz, en que me estoy equivocando cuando
pienso y creo que el bien puede triunfar.
Todos estamos en proceso de cambio y aspiro a que
la vela inclinada por el bien me ciegue para no perder las fuerzas en mi lucha
para que ciegue a otros también.
Imaginemos un magnate con poder que se hace dueño
de un país, imaginemos que no va a
destruirlo. Podéis pensar que esta persona existe. Yo no puedo creer que no
vaya a ser así. No se puede destruir una
historia. ¿os sentiríais culpables de permitir que esto ocurra? Yo sí. Callo a mi
conciencia por dejar de participar en esa lucha, por no dar crédito a que esto ocurra. Y me justifico pensando que yo no puedo hacer nada. Callo a mi
conciencia pensando que me viene grande esa batalla.
A veces me conformo con lo que me ha tocado vivir y
pretendo que otros se conformen conmigo. No nos rindamos. Digo esto y yo ya me
estoy rindiendo cuando se de antemano que no voy a hacer mas que publicar este
artículo.
Pido fuerza para no vender mi alma al diablo, pido perdón
con antelación, si en algún momento me inclino al otro lado y es que todos los
días me debato entre el bien y el mal y temo que no triunfe mi bondad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario