Algunas palabras me dan sed. Quizá es mas difícil
aceptar un buen pronóstico acerca del futuro que pensar que vas a perder lo que
te une al presente. Nos perdemos en intuiciones y estas, unidas a la
incertidumbre, nos hacen la pendiente que hay que continuar subiendo lentamente
mas inclinada. Hay que ascender por ella y no perder la fe innata que nos
caracteriza.
Todos nos posicionaremos en aquel lugar en el que
seremos siervos de nosotros mismos, donde se encuentra la alcoba de nuestra
felicidad.
Entregarnos a esas palabras que riegan la voluntad
de perseguir nuestros sueños, esas palabras que me dan la sed, no nos enseña a
ser pacientes en lograr el objetivo que tanto anhelamos alcanzar.
Y mientras nos perdemos entre los proyectos debemos
encontrar tiempo para observar lo que en nuestro alrededor, nuestro pequeño
mundo, sucede. Darnos cuenta de que el propósito que nos ata al futuro no es
excusa para olvidar lo que realmente nos hace felices mientras ascendemos la
inclinada pendiente. La familia y amigos junto a algún desconocido, son los que
abrazan nuestro corazón e inundan nuestras mentes de momentos de placer, la
lucha constante por superar lo que nos parecen semanas en un desierto, los
avances de la tecnología que nos tensan de tan grande que es nuestra ignorancia
ante ella y, la pelea porque nuestra rígida alma aprenda a relajarse y confiar
en un plácido mañana.
Solicito un minúsculo adelanto de ese prometedor
futuro y pido no perder el reducido éxito del que ya disfruto. Reducido sí,
pero muy valioso. Poco a poco me sentiré mas cerca de lo que hoy me quita el
sentido, pero jamás olvidaré este comienzo y el incondicional apoyo que obtengo.
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