domingo, 29 de enero de 2017

AQUELLA MARAVILLOSA IGUALDAD


El reloj es el culpable de mi ancha memoria. Mientras él continúa su paso, yo me detengo a reflexionar lo que en mi ha guardado. Hubo minutos que me parecía que el tiempo se había detenido, largos minutos... insoportables. Otros que pasaban fugaces para romper en un recuerdo inolvidable. Me siento presa de esta máquina que me hace respetar las fechas señaladas como un cerdo esperando la matanza.

No soy reo del tiempo, aunque así lo he aprendido. No soy anárquica por evitar la represión que todos hallan entre sus pensamientos para extraer lo negativo de las circunstancias. Cada lustro que transcurre, todos aprendemos algo sobre nosotros mismos. Yo en los últimos cinco años me he conocido. Convivir con mis pensamientos y lidiar con las doncellas tanto de mis ilusiones como de mis inconscientes desequilibrios, han enraizado en mí ser la esencia de la existencia. Y después de esta enseñanza he quedado ilesa.

El bien de todos, la utopía de muchos filósofos, es posible. Es suficiente con enfocar nuestro egocentrismo en no perjudicar al prójimo. Así evitaríamos que la sangre que alimenta la traición se fundiera con la sed de la avaricia y caminando ésta a un agujero negro de la galaxia, triunfaría la nobleza de las palabras sinceras.

El poder de la palabra, exclusivo de aquellos semejantes a Dios, ha perdido en su uso la primera intención. Reconocer que los fallos no tienen nombre y que los insultos a una raza son producto del miedo a perder nuestra posición.  Tenemos un color de piel que nos hace tan distintos que parece perder importancia que todos somos personas. Luchamos por tener una vida mejor e ignoramos que somos uno en esa intención.

Creemos ser únicos, y así es. Pero no olvidemos que todos lo somos. Tal vez algunos no han descubierto que o pertenecemos al grupo de los amantes de la vida, aquellos que aún se maravillan de la existencia, o al de los terroríficos cerebros limitados por la soberbia, haciéndose amos de sus mentiras. Yo soy poeta y a veces siento que lucho en contra del viento, pero no me restan ganas de continuar con mi ingenuidad poniendo la victoria en la igualdad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario