jueves, 29 de diciembre de 2016

LA ORACIÓN ALTRUISTA


Esta tarde recé por ti. Por mí ya lo hice ayer. Le pedí al que nos protege que no  se olvidara de aquellos deseos por los que luchamos y esperamos con anhelo que se cumplan. Ha escuchado mi plegaria, de eso estoy convencida.

Antes no rezaba, le imploraba que sucediera todo de la manera que yo creía que me iba a hacer feliz. Mas tarde aprendí a dejar en sus manos  la decisión de que era lo mejor para mí. Hoy no supliqué, hoy recé. Y no busco una señal que me indique que me ha escuchado. Simplemente confío en Él.

Dediqué una pequeña parte de mi oración a las ánimas del purgatorio, donde creo que terminaré yo, junto a aquellas almas perdidas que han de continuar buscando su sitio.

Y confieso que sí pedí para que no haga desaparecer la impulsividad que me caracteriza, que no me quite las ganas de sincerarme con el mundo que me dio. Puso en mis manos la fortaleza necesaria para no temer confesar mis miedos y, aunque intento silenciar aquello que puede dañar no siempre lo consigo. Y reconozco que a veces el arrepentimiento inunda mis solitarias noches de insomnio.

Cambiamos como las mareas y la opinión de hace unos meses no es la misma que ahora. Por eso a veces mi intento por sincerarme puede interpretarse como una mentira. Pero no es así. El espesor de mis ideas se tambalea entre un pensamiento ya trasnochado y otro actual sincero.

La tradición de rezar no rompe con los destinos que el Ilustrísimo nos tiene preparados, pero sirve para que nos ayude a que esos pequeños sueños se cumplan. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario