jueves, 29 de diciembre de 2016

EL OSCURO DESEO NOCTURNO

Ayer bebí agua de un desierto. La puerta trasera de mi mente se abrió y condujo a mis pensamientos hacía el oasis de la arrogancia. Perdí la fuerza ante la sed de la ambición y derramé la sangre de la guerra entre las garras de la soberbia. Vendí mi alma al diablo y consciente inundé el poco conocimiento que tenía con una inflamable sonrisa.

Pido igualdad, ¡No! Lo que pido es triunfo para mí. Ansío poder y aunque me comprometo a que este sea para bien, jamás sabremos si lo es hasta que no suceda. Asciendo, escalón a escalón, para alcanzar el Olimpo de los Dioses. Deseo estar entre ellos y dominar el vano mundo, convertirlo en firme y renunciar a mi mortalidad.

Hoy me adentraré en el sueño con este engreído pensamiento. Reforzaré mi idea y descansaré confiada en que suceda. Me vestiré con la túnica y la clásica corona de las hojas de laurel que me convertirá en la diosa de la tortura. Tortura por cometer el delito de renunciar a la humanidad.

Y mañana seré consciente de que todo fue una instantánea ilusión provocada por la sed. Y daré gracias por no cumplirse mis deseos de alejarme de lo que mas quiero; la modesta sociedad terrenal.

2 comentarios:

  1. Tus palabras me recuerdan a las que leí no hace mucho, bajo el título: La luz de Nelson Mandela

    Después de 27 años en la cárcel y ser elegido en 1994 presidente electo de Sudáfrica, Nelson Mandela compartió con el mundo entero uno de sus poemas favoritos, escrito por Marianne Williamson: “Nuestro temor más profundo no es que seamos inadecuados. Nuestro temor más profundo es que somos excesivamente poderosos. Es nuestra luz, y no nuestra oscuridad, la que nos atemoriza. Nos preguntamos: ¿quién soy yo para ser brillante, magnífico, talentoso y fabuloso? En realidad, ¿quién eres para no serlo? Infravalorándote no ayudas al mundo. No hay nada de instructivo en encogerse para que otras personas no se sientan inseguras cerca de ti. Esta grandeza de espíritu no se encuentra solo en algunos de nosotros; está en todos. Y al permitir que brille nuestra propia luz, de forma tácita estamos dando a los demás permiso para hacer lo mismo. Al liberarnos de nuestro propio miedo, automáticamente nuestra presencia libera a otros”.

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    1. Muy cierto One, somos unos imitadores de otros. Un besazo.

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