Leí que era necesario llorar para sacudirse las
emociones. Pero ¿Y si no somos capaces de humedecer nuestros ojos para alcanzar
el alivio que alejaría a la tormenta?
Luchamos por convertir el agua sucia en potable. Y
no perdemos la esperanza de que el día de mañana sea mejor. Parece que el que
sufre es su problema. Y sí, lo es. Quizá un “Hola, ¿Cómo estás?” destrone lo
que nos ahoga. Quizá un “Bien, gracias”, nos convenza de que lo estamos.
No se puede asaltar a las personas que pretenden
pasar un buen rato con un “uff, me duele el alma”. No se puede pedir a otro un “ayúdame”.
Una vez consciente de que luchamos solos
descubriremos si somos capaces de hacerlo. Las batallas no se ganan ni se pierden,
las batallas se pelean sin mas. A veces con un sentido y otras siguiendo el
rumbo, porque sabes que detenerse es la última opción que siempre estará ahí.
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