No sé si os acordareis de mi publicación del 29 de
diciembre en la que os contaba que había rezado. Rezo poco. Porque acordarse de
que hay algo a lo que agradeces ser tú misma no es rezar ¿verdad?
¿Qué representa Dios? Él no es más que esa fuerza
que llevamos todos dentro y que mantiene viva la esperanza de que algo externo
a nosotros haga lo que no estamos dispuestos
a hacer por nosotros mismos. Él es todo eso.
Hemos sido capaces de transformar la energía del
universo en lo que ahora tenemos por mundo. Desconozco porque la Fe puede
volverse a veces en contra nuestra pero escuchadme amigos míos que la unión de
nuestras fuerzas es la esperanza del mañana. Recordar que esa esperanza es
Dios. Ir a misa es unir fuerzas con otras personas, expulsando la mala energía
y retroalimentándonos de la buena.
Meditar es equilibrar la energía que recibimos del exterior en nuestro
interior para de esa forma hacernos fuertes e invencibles. Y Dios es esa
energía. Por lo tanto, ya que esa energía está en todos, yo soy una parte de
Dios. Y por eso Él es padre, hijo y espíritu santo, y yo también lo soy en la
medida en que es la misma energía la que nos forma a todos, todos somos el todo
y como parte de ese todo, yo también lo soy.
Y si todavía no os he convencido de que todos somos
Dios, analizar el poder que tenemos. Somos capaces de dar vida como también de
quitarla. Somos capaces de transformar la materia. Y decidme ¿Todavía no creéis
que sois Dios?
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