Y
la luz se hizo dueña de mi destino, dejando en aquel pozo el infernal mundo de
las sombras. Perdí la angustia en el camino y al mirar atrás las alegrías lo
habían enterrado con el plácido olor a vida de mis pensamientos. Me dije: “Duerme”
y en la oscuridad de la noche aparecieron las luciérnagas como ideas revoloteando
entre sueños. Sueños que a la mañana siguiente se cumplieron.
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