miércoles, 26 de octubre de 2016

EL PEQUEÑO SOÑADOR


                Nos marcamos un pequeño horizonte tras el que se esconde un gran deseo de obtener, aún sin esfuerzo, aquello para lo que creemos haber nacido. O confiamos mucho en el destino o la niebla nos rompe la intuición de que el mañana será prometedor.

                Opinamos dañando o animando al prójimo. Influimos en lo que él ya no considera destino. ¿Por qué ensordecer los impulsos que nos vienen de dentro a cambio de los dardos envenenados que nos son lanzados, o simplemente por nosotros recogidos, en esos ambientes hostiles que dejan atrás las motivaciones innatas?

                Esperamos que todos apoyen nuestros sueños. Muchos lo hacen. Y todos somos pequeños soñadores por muy grandes que estos sean. Las nubes me lo demuestran. Sí, cada ilusión, aparentemente escondida, se refleja en el cielo. La mirada detrás de la túnica no oculta la luz de los vivos ojos ante la imaginación, que no sacia su apetito por el simple hecho de rendirse.

                Consideré dejar de escribir, pero hoy, después de varios alientos, unos pocos por este blog y otros tantos por vía oral, mi paladar saboreo el pastel al que dirigió sus pasos, lentos…, casi imperceptibles, pero siempre guiados por la necesidad de compartir lo que esconde mi mirada.

                Olvidar lo que cobra sentido dentro de uno a veces es más fácil que enseñarnos a buscar una forma eficaz de echar fuera lo que nos invade. Ser frío e impasible es quizá un estilo de vida que no aporta sufrimiento y desconozco si alegrías. El vivir intensamente delirios que nos llenan de felicidad es tal vez lo que me define. Y no he de renunciar al derecho de soñar.

lunes, 17 de octubre de 2016

GRACIAS


Desde el  14 de agosto no publico lo que mi alma susurra, desde ese día, dejo morir a mis pensamientos sin concederles la oportunidad de compañía a aquellos que en la soledad de la noche, cuando nos sinceramos con nosotros mismos, tienen miedo a su conciencia. La razón de no publicar no es más que la indiferencia que percibo de mi alrededor por algo que para mí es tan importante como la expresión de mis ideas. Todos formamos parte de una idea y si ignoramos al que nos relata la suya, no tiene sentido que éste continúe esforzándose.

            Hoy he visto que han superado la pereza de abrir mi blog 976 personas y en honor a ellas he sentido la necesidad de justificar mi ausencia.

            El 3 de diciembre de 1988, cuando tenía la edad de 11 años, escribí mis primeras líneas. Aun las conservo de mi puño y letra. Este sueño, en ocasiones aletargado, ha permanecido en mis noches de insomnio. En una ocasión rompí con mi vida, dejando estudios, amigas y alejando la tranquilidad de mis padres, por encerrarme en mí y dar rienda suelta a este deseo de unir palabras para intentar conmover y despertar sentimiento en los demás. Mostrando mis miedos y mi incomprensión e intolerancia, para lograr que todos se sintieran comprendidos.

            Escribir es cosa de uno. Pero el compartir es lo que nos aporta la felicidad. La indiferencia de algunas amigas mata mi motivación por seguir escribiendo. No las culpo por no creerme capaz de hacerles pasar unos minutos de placer con mis párrafos. No las culpo. Me reprocho a mí el no haber descubierto otro camino que me haga sentir tan satisfecha como escribir.

            Gracias a los que me habéis leído. Y gracias a los que no porque me demostráis que la vida es más que unas palabras en consonancia.