Si con pintarte “Alondra” contara tu historia, cuando los
buitres, esos señores de negra armadura, quisieron conquistarte sin éxito,
cuando la intrépida tormenta limpió la sed de ambición que engendraba el gusano
de la batalla.
Tu innato canto, pulido por el
intenso sentimiento de paz que alberga tu vuelo, tu soberbia, hizo la
convivencia, entre tus edificios, árboles y montañas, un triunfo.
¿Fue
ayer cuando separamos el cuello de los pequeños cuerpos de esos gnomos que nos
construyeron, los mismos que se rindieron a la codicia? Los vencimos ¿Recuerdas
Alondra? Al principio cuidaron nuestra ciudad, nada más construirla. Con el
paso de los días rompieron sus límites queriéndolos hacer infinitos. Fue
entonces, en el primer crepúsculo del día, donde confundieron ambición con
bendición.
Espesos por la somnolencia de noches
en vela venciendo fronteras, aterrizamos el vuelo, tu y yo, Alondra, para crear
de nuevo el límite de los valores que nacieron en ti. Cercamos la educación
callando al rebelde patán que se cree lleno de fortuna. Volvimos a construir la
esperanza en la sociedad y dimos rienda suelta al arte, que no es más que tu
sonido al cantar.
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